“Los artistas tenemos la suerte de canalizar. Lo hacemos por supervivencia, si no enloqueceríamos”.
La artista madrileña, que expone su última colección en Baal Gallery, nos explica su proceso creativo.
“Trabajo mirando hacia dentro en lugar de hacia fuera. Es una pintura que surge de manera intuitiva y emocional. El inicio es un salto al vacío. Creo en ese vértigo, en no saber a dónde llegarás. No tengo un plan preconcebido, ir tomando decisiones en tiempo real es lo que define mi obra, no hay una estrategia. Creo en ese salto al vacío como la esencia de mi trabajo, y pretendo que el espectador perciba ese vértigo, de esa manera conectará con mi intimidad, con lo más recóndito de mi emoción. Solo al final, analizo e intento entender la obra, entenderme a mí”.
Experta en cromática desde hace más de 20 años, disfruta dándole protagonismo al color. Prueba, investiga y aprende. Por eso puede ir cambiando de estilo. “Aunque soy yo todo el tiempo, la vida te va transformando y con ella la obra”.
Al final, lo que hace Virginia es permitirse la expresión espontánea de momentos de intimidad. Y acaba mostrando al mundo su diario emocional, o como ella explica, sus autorretratos.
